- Entrevista con Samuel Cañada Morales, entrenador de la UD La Poveda
Con solo 20 años, Samuel Cañada Morales, lleva las riendas de un equipo de niños de entre 8 y 9 años y es ‘segundo de abordo’ de otro de la Unión Deportiva de La Poveda, en Arganda del Rey. Este vecino del barrio Gran Hábitat disfruta al máximo de su trabajo, que vive con ilusión y ahínco y, sobre todo, de los ‘peques’ que dirige. Porque no solo entrena. También es un amigo que inculca importantes valores como el compañerismo y el respeto. Cuando restan poco más de diez días para despedir la temporada, este joven luchador que acaba de ‘conquistar’ el título Técnico Deportivo Nivel 2 solo tiene una palabra en mente: agradecimiento “por ayudarme a hacer mejor mi trabajo, porque si soy entrenador, es por ellos”, confirma para los micrófonos de La Quincena.
¿Qué tal la experiencia?
Llevo dos años y es muy buena. Trabajar con niños es gratificante. Me llenan muchísimo y me hacen muy feliz… me río con ellos. Transmiten una alegría única que nadie es capaz de ofrecer.
¿Cómo es una sesión de entrenamiento?
Primero nos reunimos durante 15 minutos para hacer equipo y empezamos con el calentamiento. No falta el buen humor o las bromas, y solemos comentar el partido. Después, llega el entrenamiento, que dura una hora, y estamos serios. Les hago tomárselo en serio. Cuando terminamos, o en el descanso, nos reímos. Y yo el primero.
¿Y cómo se consigue esa disciplina?
Es algo que dejo claro desde el principio. Les explico cómo vamos a trabajar y qué vamos a hacer sobre el campo. Les insisto en la importancia del respeto y, de este modo, logro que me respeten a mí. En esta categoría, benjamín, juegan todos, pero aquellos que lo tomen en serio podrán disfrutar de más minutos. A mí me gusta que las cosas se hagan así y, por suerte, me hacen caso.
¿Qué anécdotas te deja el día a día?
Muchas… Por ejemplo, tengo un ‘nene’ algo despistado y, últimamente, se pone la mochila al revés. ¡Mira que es complicado! Pues lo consigue. Y así la lleva, torcida.
Cuando ‘conquistan’ el marcador y ganan… ¿qué te transmiten? ¿cómo lo viven?
Es una fiesta. Están contentos y alegres, pero tienen algo muy positivo… saben perder. No se vienen abajo, por malo que haya sido el resultado. Al contrario, jamás abandonan las ganas. Eso es más importante que ganar, y eso tratamos de transmitirles tanto mi compañero Álex como yo.
¿Cómo les motivas?
Creo que tengo ‘maña’ para eso. Sin que suene presuntuoso, lo hago bien. Les hago saber que para sus padres y para mí siempre son los mejores, y que tienen que demostrarlo en el terreno de juego. Y que no se derrumben porque, pase lo que pase, seguirán siendo los mejores. También les hago hincapié en la importancia del trabajo diario y en la actitud. Tienen que tener actitud y, sobre todo, tienen que ayudarse. Sientes una inmensa satisfacción cuando compruebas que te escuchan. Y no solo eso, que te entienden y que lo llevan a cabo.
¿Qué valores les transmite el deporte?
La comunicación y el saber escuchar. El trabajo y la superación, que les ayuda a mejorar como personas y como futbolistas. Ser compañero. También el respeto con el resto de jugadores, con el árbitro, con los espectadores, conmigo…
El próximo 10 de junio, termina la temporada… ¿cómo será la despedida?
Es una pena. Te deja mal sabor de boca, pero forma parte de este ciclo. Esto se acaba, dejaré de ser su entrenador, pero no su amigo. Y nos veremos por la calles, nos pararemos a saludarnos chocando la mano. Me contarán como están. La relación va más allá del campo.
“Sientes una inmensa satisfacción cuando compruebas que te escuchan, que te entienden y que lo llevan a cabo”
El próximo año, ¿cuál será tu destino?
Cambio de club. Estaré con la Agrupación Deportiva de Arganda con infantiles, entre 13 y 14 años; y con benjamines, de 8 y 9 años. Estoy muy ilusionado con esta nueva etapa que me ofrecen desde la AD Arganda, y con muchas ganas de trabajar con ellos.
¿Hay cantera en Arganda del Rey?
Algunos niños que sí despuntan, nacen, digamos, con ese pequeño ‘don’, pero no es suficiente. Tienen que seguir, tienen que emplearse a fondo, porque cuando llegan a la adolescencia pueden cambiar. ¡Cosas de la edad…! Los amigos, la novia, salir y entrar… El fútbol se abandona. Eso va en cada uno.
¿Qué cualidades debe tener un niño para formar parte de un club?
Yo trabajo en fútbol base, con pequeños desde los 3 años hasta los 9, y no es necesaria ninguna cualidad porque, a esa edad, nadie es malo. El mayor reto del entrenador es conseguir que aquellos con menos habilidad finalicen con ciertos conocimientos, que hayan mejorado en estos nueve meses.
¿Por qué te lanzaste a este ‘mundillo’?
El día de mañana, quizá, me dedique a los mayores pero, hoy por hoy, me gusta entrenar a los pequeños. Los niños son, sin duda alguna, mi pasión. Soy, como se suele decir, muy ‘chiquero’, y si les puedo tratar en el fútbol, mucho mejor. Uno de mis mayores deseos como entrenador es ascender lo máximo posible en el ámbito deportivo y personal.
Habrá tiempo para ese ‘adiós’ pero… ¿qué les dirías ahora a ‘tus chicos’?
Quiero agradecerles su esfuerzo. Logran hacer mejor mi trabajo. Si soy entrenador, es por ellos, por las ganas que sacan y que demuestran. Les debo mucho. Y también están los grupos de padres, que te apoyan. Por último, aprovecho para lanzar otro agradecimiento a mi familia, a mi novia Lucía y a mi grupo de amigos, ‘Los Bulls’. Siempre están cuando les necesito, y esta temporada, que ha sido un tanto rara, nunca me han fallado.