Los madrileños y visitantes de la capital consumirán unas seis millones de rosquillas artesanas del Santo durante las fiestas de San Isidro, patrón de la capital. Esas son las previsiones de la Asociación de Empresarios Artesanos de Pastelería de Madrid (Asempas), cuyos obradores están ya a pleno rendimiento para satisfacer la demanda de los típicos dulces.
Concretamente, y según los datos de la Asociación, se comercializarán en cuatro variedades: las tontas, las listas, las francesas y las de Santa Clara, siendo las listas las más demandadas, con un 50% del total.
La diferencia entre unas y otras radica en el acabado final. Así, las tontas no van bañadas con ningún producto, mientras que las listas están recubiertas con un azúcar fondant (generalmente amarillo) y las de Santa Clara con merengue seco (generalmente blanco). Por último, las francesas cuentan con un rebozado de granillo de almendra. La base es similar para todas, ya que se elaboran generalmente con huevos, azúcar, aceite, harina y anís.
Según la tradición, una vendedora conocida como ‘Tía Javiera’ fue la primera en elaborar estos populares dulces, adquiriendo tanta fama que en poco tiempo empezaron a proliferar tenderetes que también ofrecían estos manjares durante las fiestas de San Isidro. Además, y también según la tradición, las rosquillas sabían mucho mejor si se acompañaban con un vino blanco de alguna de las cosechas de nuestra región.