La policía descarta que un cuarto implicado en el atropello de Torrejón huyese en Seseña

Día

La Policía Nacional ha descartado que haya un cuarto implicado en el atropello múltiple que se saldó con cuatro personas fallecidas y otros cuatro heridos de diversa consideración a la salida de una boda este sábado en Torrejón de Ardoz. En un primer momento, cuando el conductor del coche y sus dos hijos menores de edad fueron detenidos en Seseña (Toledo), los investigadores creían que un cuarto implicado -sobrino del conductor del vehículo- había logrado huir, un extremo que ahora descartan.

Según fuentes de la Jefatura Superior de Policía aseguran que ha quedado constatado que este cuarto sospechoso, un hombre de 18 años sobrino del hombre que conducía el coche, no se encontraba en el interior del coche cuando se produjo el atropello.

Ninguno de los cuatro individuos (un padre, sus dos hijos y un sobrino) del clan de los Da Silva Montoya estaban invitados al convite, aunque sí a la ceremonia previa. Una relación sentimental y otras desavenencias previas habían enfriado el contacto entre esta familia, afincada en Puente de Vallecas y Seseña (Toledo), y la que el sábado celebraba una boda en El Rancho, un restaurante ubicado en una zona industrial de Torrejón de Ardoz.

Sin embargo, el portugués y sus familiares acudieron por la noche al salón donde se celebraba el festín y llegaron a entrar en el local, con el fin de entregar el regalo a los novios, según indicaron alguno de los presentes. En ese momento hubo momentos de tensión, aunque nunca llegó a producirse ningún altercado en el interior del restaurante. El padre de Rubén y varias de las personas más mayores les pidieron que salieran fuera, a lo que accedió el hombre portugués junto a su sobrino y sus dos hijos, todos familiares del novio.

La boda, al menos en el interior del local, parecía transcurrir en aparente normalidad. Fue a la salida, cerca de las dos y media de la madrugada, cuando los Da Silva irrumpieron y comenzó una reyerta. El miedo se apoderó de decenas de personas, que corrieron a refugiarse en la cocina. Fuera, las agresiones dejaron paso a un posible robo y una estampida a la desesperada.

Los asaltantes corrieron hasta alcanzar su vehículo, un Toyota Corolla estacionado en la callejuela lateral del restaurante, y provocaron la masacre. A gran velocidad impactaron el turismo contra una docena de personas. Cuatro de ellas murieron y otras ocho resultaron heridas de diversa consideración. La suerte quiso que el coche no se llevara ninguno de los dos carritos de bebé que ayer por la mañana amanecían tirados a las puertas del establecimiento.

El presunto asesino y sus hijos huyeron y sobre las 4:00 de la madrugada llegaron a la urbanización ‘El Quiñón’ de Seseña (Toledo) a unos 50 kilómetros del lugar de los hechos. Allí fueron interceptados por agentes de la Guardia Civil y la Policía Local de Illescas que les detuvieron cuando intentaban huir. En el interior del coche, sin parachoques y con numerosos desperfectos por el atropello, los agentes encontraron alrededor de 5.000 euros en billetes de 10, 20, 50 y 100 esparcidos debajo del asiento del conductor cuya procedencia todavía no está constatada lo que hace sospechar de que este podía ser el dinero sustraído de la ‘manzana’, una tradición donde la novia recibe los regalos por mantenerse pura.

En un primer momento, los tres detenidos fueron conducidos al cuartel de la Guardia Civil de Seseña hasta que se hizo cargo de ellos el Grupo Sexto de Homicidios de la Policía Nacional. Está previsto que el autor del atropello pase a disposición judicial en las próximas horas acusado de cuatro homicidios dolosos y siete en grado de tentativa. Sus dos hijos, menores de edad, fueron puestos en libertad después de prestar declaración.

Los implicados planeaban quemar el coche cuando fueron sorprendidos. El Toyota estaba, literalmente, reventado; presentaba dos enormes agujeros en la resquebrajada luna delantera (a la altura del piloto y del copiloto) y restos de sangre por todo el salpicadero.

Los cuerpos sin vida de los cuatro fallecidos (Consuelo B. S, de 66 años, Casiano R. B., de 37, Juan Manuel R. V., de 68 e Iván M. S., de 17) seguían anoche en el Instituto de Medicina Legal de Madrid. Todos son del clan familiar de los Brunos y algunos de ellos viven en el sector 4 de la Cañada Real, en el término de Rivas Vaciamadrid.

También resultaron heridas 10 personas, cuatro de ellas graves y cuatro leves. Ocho están ingresadas en los hospitales de Coslada, Torrejón, Alcalá y Gregorio Marañón.

Pese a que en el vehículo de los arrestados no se descubrieron marcas de bala, los tres declararon por separado que habían sido tiroteados antes del atropello. El padre, al volante del Toyota, pasará hoy a disposición judicial mientras que sus hijos han quedado en libertad bajo custodia de la madre.

La primera llamada telefónica al 112 se produjo a las 2.44 horas. Se activaron de inmediato hasta 22 dotaciones entre Summa 112, Cruz Roja, ambulancia municipal y protecciones civiles de la zona. A su llegada, los facultativos certificaron los cuatro óbitos y trasladaron a cuatro heridos graves. Por un lado, dos hombres de mediana edad conducidos al hospital de Coslada y al Gregorio Marañón, cada uno con fracturas en la pierna y en la pelvis. Y por otro, dos mujeres, aquejadas de sendos traumatismos craneoencefálicos, que quedaron ingresadas en los hospitales de Torrejón y La Princesa.

Otros dos heridos, uno con una fractura de tobillo y el segundo con un traumatismo craneoencefálico leve, fueron conducidos potencialmente graves al hospital de Torrejón. El número de atenciones lo completaron un varón de 20 años con una fractura abierta y una joven que resultó dada de alta en el lugar por policontusiones.

A lo largo de la mañana del domingo, varios familiares de las víctimas retiraron los coches que habían quedado varados en el recinto. Los restos de sangre seguían visibles en varios puntos, evidencia de la magnitud del ataque. La luna trasera rota de un turismo blanco junto a la entrada y varios vasos de plástico completaban, a grandes trazas, la tétrica estampa. El gerente del restaurante, Agustín, aseguraba conocer a una treintena de invitados. Y lo hacía con acento portugués, añadiendo, además, la falta de incidentes en el interior del local. Un trabajador de la zona, sorprendido sobre lo ocurrido, incidía en la sucesión de fiestas de etnia gitana que allí se celebran sin que hasta la fecha se hubieran producido altercados.

Tanto los agresores como las víctimas no eran de la localidad, según indicó el concejal de Seguridad de Torrejón, Juan José Crespo. El Summa 112 desplazó a la psicóloga de guardia, quien tuvo que atender varias crisis de ansiedad entre los familiares de las víctimas. La tragedia, que pudo ser peor a tenor de la concentración de gente, amenaza ahora con cobrarse futuras represalias.

Otras
noticias

Scroll al inicio