El síndrome de la cabaña ¿Qué es y cómo lo supero?

Después de afrontar dos meses y medio de confinamiento, el Covid-19 ha influido desde múltiples perspectivas en nuestro modo de vida. Una de las principales y de las que menos se habla es el miedo.

El “síndrome de la cabaña”, una variante de la agorafobia, se manifiesta como miedo a los espacios abiertos, a relacionarse con otras personas fuera de nuestro domicilio, a coger medios de trasporte público y a realizar actividades que anteriormente formaban parte de nuestra vida cotidiana.

Este síndrome, que no aparece recogido en ningún manual psicológico, es una de las secuelas más habituales tras largos periodos de aislamiento y sus síntomas están relacionados con la ansiedad y la depresión.

Los síntomas más comunes son irritabilidad, impaciencia, frustración, desgana, sensación de permanecer enjaulado, falta de concentración y angustia. La intensidad de los síntomas puede aumentar al estar sometidos a un estrés constante debido a la sobreinformación de noticias relacionadas con el virus y sus consecuencias.

¿Cómo lo supero?

En primer lugar, debemos aceptar lo que sentimos, es normal sentir algo de miedo o ansiedad a la hora de volver a salir de nuestro domicilio. Hemos creado un hábito durante varios meses que poco a poco iremos cambiando. En base a este temor, no debemos minimizar el riesgo que existe para sentirnos más seguros. Nuestra seguridad debe provenir de nuestras actitudes cívicas con nosotros mismos y con el resto de la sociedad, así como de tomar las medidas de seguridad pertinentes según las recomendaciones de las autoridades competentes.

En segundo lugar, es importante que nuestras salidas se produzcan de una manera gradual, según las necesidades y las emociones que afloren en cada uno de nosotros. Las salidas dentro de los horarios permitidos son útiles, aparte de para pasear o realizar ejercicio, para ir adaptándonos a salir al exterior. Esta aproximación paulatina a la normalidad nos ayudará a aumentar nuestra sensación de eficacia y fortaleza, algo que servirá de impulso para que nuestra posterior vuelta a la rutina se desarrolle con una cierta normalidad.

Tenemos que tener claro que este proceso va a suponer un esfuerzo a nivel emocional, por ello es crucial que nos marquemos metas alcanzables, evitando en todo momento la frustración. Para ello debemos vincular nuestras salidas con actividades placenteras en base a los gustos y preferencias de cada uno. Establecer una rutina puede servirnos de gran ayuda. El apoyo en nuestra familia o nuestro círculo social también jugará un papel fundamental para conseguir nuestros objetivos e ir avanzando en el proceso de adaptación.

Por último, para reducir ese miedo producido por el síndrome es imprescindible respetar los protocolos estipulados por las autoridades. Si seguimos las pautas marcadas nos sentiremos más seguros a la hora de salir de nuestro domicilio e iniciar contactos sociales.

¿Necesito ayuda?

Si una vez seguidas las pautas marcadas anteriormente, seguimos teniendo dificultades para retomar nuestra rutina habitual y no somos capaces de controlar esos sentimientos de miedo, estrés o ansiedad producidos a la hora de salir de nuestro domicilio debemos buscar ayuda en un profesional de la psicología, ya que este síndrome puede derivar en una depresión. Una intervención psicológica temprana favorece notablemente el pronóstico.

Juan José Moreno Arias, psicólogo especialista en el manejo del estrés. https://www.instagram.com/jmapsicologos/

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