El cantaor Antonio Reyes en los Grammy Latinos 2020

El flamenco es un caballo galopante y un gato que te acaricia silencioso. El flamenco es pasión, talento, disciplina y sentimiento. El talento es arte que embellece cualquier espacio y cualquier tiempo, es amor que corre por las venas. el flamenco se toca, se canta, se baila, pero sobre todo se siente. Se siente con la voz, con la mirada, con la yema de los dedos, con la garganta, con los talones, con la planta de los pies, con los nudos de los dedos en la mesa, con las palmas, con la espalda que se inclina, con las manos que se elevan, con los ojos que se cierran, con las uñas en la guitarra, con las piernas que tiemblan, con la voz que corta el aire, con el llanto que se atragante, con la gota de sudor que cae, con la sonrisa que deja.

Todo eso y más es el flamenco y Antonio Reyes lo sabe bien. Nació en Chiclana de la Frontera hace 44 años y lleva 38 en los escenarios, deleitándonos con su pasión hecha cante. Al cierre de esta edición, Antonio Reyes está nominado a los premios Grammy Latinos 2020 en la categoría “Flamenco” por su último trabajo discográfico “Que suene el cante” y en LaQuincena le hemos entrevistado en exclusiva, a su paso por Madrid.

La Quincena: ¿Qué significa para ti estar nominado a los Grammy Latinos 2020?

Antonio Reyes: Para mí es un auténtico privilegio estar nominado. Ya estar nominado es un premio. Ya estuve nominado con el anterior disco del Círculo Flamenco de Madrid, un disco en directo y ahora, pues estoy muy ilusionado y con muchas ganas de que llegue ya el día y que Dios reparta suerte y que el Grammy se lo lleve quien se lo tenga que llevar.

LQ.: Y ¿qué significa el hecho de que el flamenco esté presente nuevamente en los Grammy Latinos?

AR.: Es una alegría que el flamenco vuelva, porque el año pasado no estuvo y es una alegría poder volver a estar allí. No solo una alegría para los artistas, sino para el flamenco en general, que es una de las culturas más importantes y más bonitas que tenemos en Andalucía, en España y en el mundo.

LQ.: ¿Cómo nace este amor tuyo por el flamenco?

AR.: Yo creo que con el cante se nace, ya después, si te vas preocupando y vas aprendiendo, puede ir a más, pero con el cante se nace. Yo recuerdo que la primera vez que me subí a un escenario tenía 6 años y empecé muy jovencito, casi no tenía ni uso de razón y en mi familia siempre ha estado el flamenco presente. Somos una familia gitana y vengo de familia de artistas como Pansequito o Jarrito, un gran cantaor del campo de Gibraltar, que era mi abuelo, en fin, en mi casa siempre ha habido flamenco. Mi padre es un gran aficionado y fue la persona que me vio cualidades desde pequeñito y fue la persona que me impulsó y que si estoy hoy aquí es por él, porque yo creo que si yo me hubiera tenido que subir a un escenario con 20 años, no lo hubiera hecho, entonces mi padre me llevó a Jerez, a casa de Manuel Morao, un gran guitarrista y él me vio condiciones o lo que fuera y se implicó mucho conmigo. Y a la edad de 7-8 años empezó a apoyarme. Así que eso, he nacido con el cante y luego en mi familia me lo han inculcado.

LQ.: ¿Qué crees que se necesita, además de nacer con el cante, cualidades que se puedan adquirir en el camino para sobrepasar los obstáculos?

AR.: Yo creo que para dedicarte al flamenco, al cante en mi caso, lo que tienes que tener, en primer lugar, es mucha afición, escuchar a todo el mundo, porque de todo el mundo se aprende, del que menos piensas o del que menos te gusta, siempre puedes aprender algo. Y luego, como he dicho antes, con el cante se nace, pero luego tienes que aprender, prepararte, ejecutar todos los días. Como el futbolista que si no entrena, no avanza. Pues en el flamenco es igual, es una carrera como otra cualquiera y además, bastante difícil porque te ponen en el camino muchas trabas, muchos obstáculos y tienes que ir saltándolos. Siempre que voy a cantar hay algo que te marca, algún obstáculo grande o pequeño que no te permite estar al cien por cien.

LQ.: ¿Cuáles han sido tus mayores gratificaciones en el flamenco?

AR.: He tenido, gracias a Dios, muchas alegrías gracias al flamenco. Sobre todo, el Giraldillo al cante en la bienal de Sevilla, luego la Peña del Taranto me concedieron dos trofeos consecutivos, dos años seguidos, Cádiz también me premió como gaditano del año, la RTVA, dos premios en el Concurso Nacional de Córdoba, siendo muy joven. Y dejando a un lado los premios, yo me quedo con el cariño del público, con la admiración que muchas veces uno siente.

LQ.: ¿Cómo ha influido el flamenco en tu vida?

AR.: Ha influido mucho y muy bien porque yo soy feliz cantando, soy feliz viviendo de lo que me gusta y no hay cosa más bonita que poder vivir de lo que te gusta. Y la familia, por supuesto, que para mí es lo más importante, es ante todo, lo primero. Yo sin el flamenco no podría vivir porque no sé hacer otra cosa.

LQ.: ¿Con qué sueña Antonio Reyes y a qué le teme?

AR.: Yo sueño con tener el respeto y el cariño del público y tener salud mi familia y yo. Tampoco pido nada del otro mundo. Si vienen cosas bonitas y cosas mejores, pues siempre son bienvenidas. Y lo que temo es no estar a la altura y defraudar al público y a mí mismo.

LQ.: ¿Qué mensaje le envías a los artistas que sueñan con dedicarse al flamenco?

AR.: A los jóvenes que empiezan, les diría que escuchen mucho, que se preocupen mucho y que tengan mucha disciplina porque el flamenco hoy en día no es lo que era antes. Antes bastaba con la pasión y el talento, pero ahora hay que reunir más condiciones, salir bien a un escenario, centrado, lúcido. Hoy en día los artistas de mi generación somos muy disciplinados y los que vienen detrás, lo mismo. Creo que hay una baraja de cantaores que viene empujando mucho y hoy en día el cante goza de muy buena salud.

LQ.: ¿Y un mensaje a la industria musical?

AR.: Agradecer a todas las personas de la Academia que hayan nominado mi disco por segunda vez. Les estoy muy agradecido, siempre.

 

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