Agentes de la Policía Nacional han desmantelado en Madrid un “telecoca” que contaba con un call center para atender a sus más de 2.000 clientes. La organización disponía de una auténtica estructura empresarial en cuanto a los repartos de tareas en la organización; regalos de fidelización a los clientes; compromisos en cuanto a plazos de entrega; garantías de calidad y precintos específicos. El estupefaciente era distribuido en motocicletas financiadas por la organización hasta el punto acordado con el comprador pero, durante el estado de alarma, realizaban las entregas en el interior de supermercados próximos a los domicilios de los encargados de la distribución.
Infraestructura empresarial propia de una empresa
La investigación se inició hace un año cuando los agentes detectaron varias ventas de monodosis de cocaína. La rapidez y el modo en el que se efectuaba la transacción hizo sospechar que se trataba de un modus operandi no habitual. Las vigilancias e indagaciones posteriores permitieron comprobar que se trataba de una organización criminal dedicada a la distribución de cocaína por el método del “telecoca”.
Los investigadores consiguieron detectar que los investigados habían creado una amplia infraestructura logística a modo de empresa, con una red clientelar de más de 2.000 personas. La organización criminal giraba entorno a un call center donde se encargaban de recibir los pedidos de las dosis de cocaína a través de centralitas telefónicas y de coordinar el resto de la estructura criminal.
Una vez recibido el pedido, a través de centralitas distintas contactaban con alguna de las personas contratadas como repartidores y que tenían distribuidos de forma estratégica por toda la ciudad -25 suministradores en ocho zonas- para que llevaran al domicilio o lugar de trabajo la dosis encargada.
Compromiso de entrega y regalos por fidelización
Los repartidores entregaban el estupefaciente en motos financiadas por la organización o en transporte público hasta que se decretó el estado de alarma. A partir de ese momento establecieron una red de puntos de contacto en supermercados próximos al lugar de residencia de los encargados de la distribución.
Para que los distribuidores pudieran disponer del estupefaciente necesario para repartir entre los clientes, habían creado un enlace que se encargaba de preparar la droga y elaborar las monodosis; todas con el mismo precinto como marca de calidad de la organización, que periódicamente facilitaban a los repartidores en función de la estudiada estadística sobre el volumen de ventas.
La organización tenía un compromiso de entrega de la sustancia en menos de 20 minutos; regalos por fidelización a los mejores clientes y precintos con los que pretendían marcar la calidad y origen de la sustancia.
Una vez que los investigadores acreditaron el entramado criminal y establecieron las tareas que llevaba a cabo cada miembro de la
organización, planificaron un dispositivo para practicar la detención de todos ellos y efectuar la entrada y registro de manera simultánea en 21 domicilios.
En el operativo, en el que participaron más de 250 agentes, se arrestó a 28 personas y se intervinieron más de 85.000 euros en efectivo; casi cuatro kilos de cocaína; 10 motocicletas; decenas de terminales móviles; y efectos relacionados con la venta de la droga -básculas de precisión, envoltorios, precintos-.