En nuestro día a día nos enfrentamos a un ritmo de vida desmedido. Compaginar nuestro trabajo o estudios, con nuestra vida social y familiar en muchas ocasiones resulta tarea imposible. En el trabajo tenemos que mantener un desempeño eficiente, nos exigen un alto rendimiento, cumplir con los calendarios y hacer frente a situaciones conflictivas. En el ámbito social nos gusta estar siempre disponibles, poder realizar todas aquellas actividades que nos motivan y a la par nos unen a nuestro círculo social.
Todo esta suma de actividades y situaciones nos crea tensión y estrés, incluso puede generar algún trastorno de ansiedad o burnout. Las vacaciones es el periodo del año donde se nos permite desconectar del estrés diario, ¿pero, en realidad desconectamos?…
¿Qué podemos hacer para que nuestras vacaciones sean reparadoras?
En muchas ocasiones, durante las vacaciones cambiamos la rutina diaria por otra rutina alternativa. Este cambio de rutina puede resultar efectivo a corto plazo, pero lo ideal es salir de la rutina, atreverse a improvisar. Para ello es fundamental que nuestras vacaciones no estén sobreprogramadas, podemos realizar actividades ya previstas pero sin saturarnos, dejando tiempo para lo que realmente nos apetezca en cada momento.
No tener miedo a “desperdiciarlas”, en ocasiones nuestro organismo nos pide descansar, en otras nos pide más actividad. Ambas opciones son totalmente aceptables para relajarnos y desconectar. Por ello, no tenemos que tener la sensación de que cuando no estamos activos, estamos perdiendo el tiempo de vacaciones. Lo importante es poder elegir qué hacer con el tiempo que tenemos.
Por último, es imprescindible dejar todas las responsabilidades laborales fuera de nuestras vacaciones. Teléfonos de empresa, portátiles, plazos, horarios, correos… todo lo que no deje a nuestra mente desconectar de nuestras obligaciones diarias será contraproducente para nuestro descanso y disfrute.
Las vacaciones, un refuerzo positivo
Las vacaciones cumplen la función de ayudarnos a reparar el organismo del estrés al que le sometemos durante todo el año, permitiendo así descansar cuerpo y mente. Pero no es su único beneficio, las vacaciones son proyectadas como un “premio” a nuestro esfuerzo diario, por eso es un estímulo que refuerza nuestra autoestima.
Para mantener los beneficios generados en este periodo, es igual de importante reincorporarnos de manera progresiva a nuestra rutina diaria. Lo mejor es regresar de las vacaciones unos días antes de la reincorporación a nuestras obligaciones para que la readaptación sea más sencilla.
Juan José Moreno Arias, psicólogo experto en gestión emocional y del estrés. www.jmapsicologos.es